Los deportistas, especialmente los niños deportistas son algo mucho más que eso. Lejos de ser jugadores o deportistas son personas, con sentimientos, inseguridades, motivaciones, y probablemente una madurez mayor a la de cualquier otro niño. Por lo tanto, los entrenadores deben prestar especial atención a los aspectos humanos de los mismos, y ya no solo a los de sus deportistas sino a los deportistas de otros entrenadores.
Poner en duda a otro entrenador delante de sus deportistas, insultarle u ofenderle es darle una patada a la columna de la ética y los valores, y si algo debemos transmitir en el deporte es valores. Si nuestro comportamiento fomenta redecillas con otros clubes, entrenadores y demás personal, nuestros deportistas adquirirán esa misma actitud.
No podemos olvidar que la figura del entrenador supone mucho más de lo que pensamos para los niños deportistas, somos su referente y hay que tener un cuidado absoluto con todo lo que hacemos y cómo tratamos con ellos y sus familias.
Con lo que aquí van 10 cosas a tener en cuenta para evitar a los entrenadores tóxicos o convertirnos en uno de ellos:
No centrarse en los resultados sino en la ejecución. Fomentar la motivación al logro en la tarea, en caso de malos resultados el fracaso del resultado se gestiona mejor cuando la motivación está orientada a la ejecución.
Comportarse de forma responsable y fomentar una actitud autónoma y responsable. Especialmente cuando los deportistas salen de casa sin padres, tienen que ser autónomos y responsables con sus cosas, y por tanto estar pendientes de todo y comportarse adecuadamente. Si el entrenador ha transmitido esto correctamente simplemente tendrá que supervisar que esté todo correcto.
Evitar el “mal carácter”. Si siempre damos instrucciones enfadados en el momento que suceda algo que realmente merezca una riña o enfado seremos totalmente ignorados por nuestros deportistas. No olvidemos que hacen esto para divertirse al fin y al cabo, no para sufrir, y es una opción que ellos han elegido, si no la quieren llevar a cabo son ellos los que pierden su tiempo y su dinero y así se lo debemos hacer saber.
Ser buenos comunicadores con todos. Un líder eficaz no es el que lleva siempre la razón, sino que sabe escuchar a los demás y toma decisiones en función de su criterio y el de los demás para resolver situaciones en favor del equipo.
Tener visión de futuro. Muchas veces lo que creemos que puede ser bueno en el mismo momento puede que a la larga no sea en absoluto favorecedor. Un líder debe contemplar siempre el bienestar a largo plazo del equipo.
No ser egoísta. Hay que entender las necesidades del grupo y comprender que el grupo está por encima de las individualidades. Los líderes tóxicos suelen mostrarse de manera arrogante, orgullosa y ególatra.
No desconectar ni manipular el entorno. No escuchar ni tener en cuenta las opiniones de los demás hacen cometer errores que los entrenadores tóxicos suelen adjudicar a otros. No les importa si con ese proceder perjudican a otro miembro del equipo o de otro equipo.
No exigir más de lo que se da. Y cuando se exige, hacerlo con educación, empatía y respeto.
Tener un enfoque claro de tu proyecto. Si vas variando de criterio y opinión, o de objetivos, eso genera desorientación y desconfianza.
Ser un buen ejemplo. Crear comportamientos inadecuados que pueden llegar a ser replicados por algunos miembros del resto del grupo es una bomba que al final explota y puede llegar a destruir toda la formación de un club. No debemos obviar que si los padres nos confían a sus hijos no es porque quieran que hagan uno u otro deporte, que en el fondo también, es porque quieren educar a sus hijos en un buen sistema de valores y convivencia del que nosotros somos el ejemplo y el referente.
Por eso, aunque a veces nos cieguen las injusticias, las faltas de respeto o las irregularidades que puedan suceder en situación de competición no podemos olvidar lo que somos y lo que conlleva nuestro comportamiento.
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