Desde los 15 o 16 años llevo una vida que no muchas de mis amigas del colegio podían entender entonces y tampoco ahora… Sí, soy una de esas personas que les gusta llenar todos los huecos de su vida con algún “que hacer”.
Pues hoy traigo buenas noticias para todos los que seáis un poco de este estilo. No, no somos adictos al estrés, ni es malo que nos guste hacer tantas cosas. Tenemos algo conocido como personalidad resistente. Si te pringas siempre organizando cosas y sientes a la vez ese sentimiento entre nervios y gustito por lo bien que te lo estás pasando… estás metido en el saco amigo o amiga.
Dentro de la personalidad resistente existen 3 conceptos clave: compromiso, control y reto. El compromiso es aquella cualidad que te hace valorar la capacidad de uno mismo para implicarse en una actividad, ésta mitiga los efectos del estrés y soporta una estructura interna adecuada para el manejo competente de cualquier situación en la vida. Este compromiso no se refleja solo en la misma persona sino en su coexistencia con los demás, con lo que estas personas ayudarán a otras en situaciones estresantes de su vida, lo que a su vez constituye una fuente interpersonal de alivio del estrés importante.
El control hace buscar el por qué de los acontecimientos propios y de los demás. Esta capacidad permite a las personas analizar las consecuencias de su actividad “estresante” y manejarlas en su propio beneficio. El reto hace referencia a que el cambio, frente a la estabilidad, es una característica habitual de la vida. Como diría nuestro amigo Barney Stinson de “How I met your mother”, “Lo bueno siempre es mejor”.
Aunque la personalidad resistente es un constructo polémico y aún poco estudiado, lo cierto es que sus variables psicológicas favorecen un mejor estado de salud, así como su entrenamiento es una medida preventiva del estrés. Con lo que puede ser entrenado y aprendido, al igual que otras técnicas de afrontamiento de estrés.
¿Reto aceptado? 😌
Comments