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Foto del escritorEsperanza Martínez

Castigar sin deporte... ¡NO!



“Es que es lo único que le gusta..”, “Si ya no tengo nada más con qué castigarle”… Partiendo por admitir que castigar sin cosas es la solución más fácil para los padres pero no la mejor opción para la educación de vuestros hijos, analicemos: ¿Castigáis a vuestros hijos sin comer? ¿sin ducharse? ¿sin descansar? Entonces, ¿por qué castigar sin deporte?


Sabemos todos los beneficios que tiene el deporte en la salud, es más, sabemos que es imprescindible practicarlo para evitar enfermedades como la osteoporosis o la diabetes. A parte de los muchos beneficios psicológicos y pedagógicos, disciplina, rutina, socialización, superación, autoestima…


Y al final siempre pasa que acabáis diciendo “Es que ya le da igual que le deje sin el deporte”… ¿por qué? Pues porque castigar quitándoles cosas no les supone ningún esfuerzo, no es útil. Cuanto más si lo dejas sin deporte, deja de producir endorfinas, y todos los beneficios a nivel químico y físico que éste produce, teniendo como consecuenciaanedonia (desaparece la capacidad de disfrutar de las cosas), desmotivación e incluso depresión. 


Para que los castigos sean efectivos tienen que suponer un esfuerzo, si les quitamos del deporte no sólo no les supone un esfuerzo sino que además les estás quitando de una responsabilidad.


Entonces, ¿Con qué le castigo?

Lo primero, en todas las casas, colegios, clubes e instituciones hay unas normas que implican la consecución de unos deberes, un horario y una rutina. Sentarse a organizar el horario con vuestros hijos y a analizar los factores en los que está fallando tendría que ser el primer paso, y no castigar sin deporte al primer suspenso que traiga. Analizar el tiempo dedicado a cada actividad, distractores, etc. ¿Sabéis cuánto tiempo dedican al móvil y a las redes sociales? (El tema de redes sociales y brecha generacional digital entre padres e hijos será otro a tratar…). Si aumentando las responsabilidades, el control, y el esfuerzo esto no mejora, igual deberíamos pensar en contar con la opinión de un profesional.



Ejemplo real: Una adolescente suspende en verano 7 asignaturas. Primera reacción de los padres meterla interna todo el verano en un internado. Mi reacción como entrenadora y psicóloga: que trabaje todo el verano por las mañanas cuidando niños en un campus urbano y por la tarde le ayudo algunas horas con los estudios a organizarse y saber estudiar. Qué paso: la chica tuvo una experiencia laboral, se sintió útil para algo, y recuperó 5 asignaturas en Septiembre pudiendo pasar de curso.


Os parecerá loco, pero a los hijos hay que observarlos, hablar con ellos e intentar averiguar si les pasa algo, porque si su comportamiento empeora o sus notas bajan, igual puede que tenga alguna causa. Por mi experiencia con niños y adolescentes, me he encontrado muchos casos “no diagnosticados”. Si aparece un problema que no podemos solucionar con el plan A, acudir a un profesional y ejecutar una evaluación genérica no es mala idea. A veces el problema no parece tan grave y se etiqueta a los niños de torpes, o de que le cuestan los estudios, generando un Efecto Pigmalión negativo y resulta que puede que tenga un leve problema de déficit de atención que pueda solucionarse con ciertas pautas de trabajo y un poco de atención médica y psicológica.


Los premios no materiales, son un buen aliciente. Los premios materiales por el contrario, no pienso que sean la mejor idea, no ayudan a valorar el esfuerzo que supone conseguirlos, incluso muchas veces generan la expectativa de que hagan lo que hagan al final conseguirán lo que quieren. En cambio, asistir a una competición que les gustaría ver o participar, o pasar tiempo con ellos en alguna actividad que a ellos les guste si sería un buen refuerzo positivo. Ellos necesitan pasar tiempo con la familia, sentirse útiles e importantes no solo en los planes de los padres sino también que sus padres estén en los suyos.


Concluyendo:

En orden de actuación estos serían los pasos a tener en cuenta:

  1. Plan A: Revisar las normas de la casa, horarios, deberes, establecer objetivos y analizar esfuerzos y consecución de metas.

  2. Establecer una política de premios y castigos. Recordad que siempre mejor premios no materiales y castigos que supongan un esfuerzo. Hacer uso de la inteligencia emocional y la empatía, intentar comprender y averiguar cuál es la causa de la conducta inadecuada.

  3. Acudir a un buen profesional, especializado en el tema.

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